MADRID 12 Dic. (EUROPA PRESS) -
6 de diciembre. Santiago. Marjorie Rodríguez Osses.
La historia de Rania Sansur es un ejemplo de cómo el fútbol puede unir culturas, territorios y sueños. Con apenas 18 años, esta joven futbolista chilena ha alcanzado un hito inesperado al ser convocada a la selección sub20 de Palestina en el marco del Campeonato Femenino de Asia Occidental, representando al país que la conecta con sus raíces familiares y con la pasión por el fútbol.
Sansur, quien actualmente se desempeña en Audax Italiano, ha demostrado un gran potencial desde sus inicios en el fútbol. Su habilidad técnica, su visión de juego y su capacidad para adaptarse a diferentes posiciones la convierten en una jugadora muy versátil y completa. Además, su ascendencia palestina, heredada del linaje paterno, siempre fue motivo de orgullo, pero jamás imaginó que se convertiría en un puente que la llevaría a representar a otro país en el ámbito futbolístico.
La convocatoria de Rania a la selección palestina llegó tras el interés de los directivos de la Asociación Palestina de Fútbol, quienes constantemente buscan talentos en la diáspora. Rania cuenta que esta oportunidad de representar a Palestina se comenzó a gestar hace unos años atrás cuando empezó a interactuar con cuentas de Instagram de seleccionadas palestinas o bien, palestinas que jugaban alrededor del mundo. "Empezaron a contactarme y a preguntarme qué tenía que ver yo con Palestina, pero como nunca fueron conversaciones formales, y como en redes sociales se presta mucho para el tema de las cuentas falsas, no le di mayor importancia, y todo quedó en nada", dice la futbolista.
Sin embargo, después de un tiempo, la Asociación Palestina de fútbol se contactó con ella de manera formal para investigarla un poco, tanto en el ámbito futbolístico como en el personal. Allí comenzó este proceso que partió con una reunión con sus padres; Verena y Boris, en compañía de Valeska, la coordinadora de Audax Italiano, su actual club.
En ese momento, Rania relata que le dieron la noticia sobre participar en la selección Palestina, anuncio que vino a reconciliarla de alguna forma con su pasar futbolístico. "En ese momento estábamos descendiendo con Audax, entonces era un golpe muy duro tanto por el lado de la motivación como por el lado psicológico estar en esa posición", argumenta la deportista.
Y aunque no todo fue gris este año respecto a lo futbolístico, ella en lo personal rescata enérgicamente la posibilidad que le dio el club de Audax Italiano este año de debutar y de sumar minutos en el primer equipo, oportunidad que muchas jugadoras esperan por años. "La noticia de representar a Palestina me ayudó mucho a reenfocarme y a considerar esto como un objetivo a largo plazo. Porque desde que hablaron conmigo, la noticia me ayudó mucho a motivarme y a querer trabajar aún más, a esforzarme más", agrega Sansur.
Sangre árabe
Respecto a sus orígenes árabes, relata que su ascendencia familiar es así: tres de sus bisabuelos son de Beit Jala, y una es de Belén. Su abuelo paterno, fue el primero de la familia que salió de Palestina, y en una corta estancia en Perú, finalmente llega a asentarse en Chile. Acá conoce a la que sería su esposa, y con ella nace su primer hijo; Boris Sansur, el padre de Rania, que resultó ser la primera generación familiar en Chile, fuera de Palestina.
Gracias a su historia familiar, es que se pudieron iniciar los trámites en la Asociación Palestina de fútbol, ya que debía demostrar su cercanía con la nación árabe a través de documentación que acreditara su nexo sanguíneo con el país de sus ancestros.
Barrera del idioma y cultural
Una de las mayores problemáticas de todo este proceso ha sido sin duda la barrera del idioma. "Hasta el momento, no ha sido una barrera que me impida compartir con el grupo, pero entre ellas lógicamente se comunican súper bien, y a mí, me tienen que reformular las preguntas, lo que provoca que las conversaciones no resulten tan fluidas como quisiera", asegura.
Además, explica que lo más complicado ha sido el tema de las charlas técnicas porque cuando explican los ejercicios, ella puede realizarlos sin problema porque son cosas que ya ha hecho. Sin embargo, cuando hay charlas motivacionales se las deben traducir de manera resumida por lo tanto siente que no le llega el mismo sentimiento que al resto de sus compañeras.
También juega en contra, de cierta forma, la posición que tiene en la cancha. Rania es mediocampista y su rol tiene mucho que ver con la comunicación con el equipo dentro del campo. "En ese sentido, se me ha hecho muy difícil, ya que yo soy una jugadora que habla durante todo el partido, intento comunicarme mucho con mis compañeras y a veces quiero decir algo y no sé cómo hacerlo por el idioma y termino gritando sin sentido, lo que muchas veces provoca que el resto no me tome en cuenta", asegura.
Ahora en términos culturales, lo que más le ha llamado la atención es que como reglamento dentro del campeonato, debido a la alta presencia de chicas musulmanas, existe la regla de que si a alguna de ellas se le cae el hiyab (velo islámico que cubre la cabeza y cuello) todas deben parar de jugar e intentar cubrirla hasta que la jugadora pueda reponer su propio velo y continuar con el partido.
Desafío familiar
Sin lugar a dudas estar lejos de la familia ha sido de las cosas más difíciles de este proceso. La joven comenta el impacto que tuvo la noticia a nivel familiar y cómo sus padres se han convertido en un pilar fundamental en su desarrollo futbolístico. Asegura que aunque al principio todo era incertidumbre por el riesgo de viajar sola por tanto tiempo, de poco sus padres fueron flexibilizando el tema. "Mi papá tuvo un cambio impresionante conmigo respecto a este viaje porque él es demasiado sobreprotector, pero con esto ha sido muy comprensivo y colaborador en cada trámite que me ha tocado realizar y donde he necesitado de su ayuda", asevera.
Por el otro, su madre, Verena Osorio, comenta que siente un tremendo orgullo y admiración por su hija, y asegura que esta posibilidad no es más que el fruto de un trabajo que ella ha hecho, literalmente, toda su vida. "Como mamá es difícil manejar esa ansiedad de tenerla lejos, pero se puede sobrellevar. Hablamos por videollamada dos veces en el día y nos mandamos muchos mensajes. Para mí, verla cumplir sus sueños es lo más importante", reflexiona su madre.
Palestina en el corazón
Si hay algo que a Rania le ha llenado el corazón en toda esta travesía, es el hecho de haber podido ver y vivir Palestina con sus propios ojos. En ese sentido, enfatiza en la importancia de su rol en este momento a nivel familiar. "Lo que siento es un poco ser los ojos de mi familia en este momento, y me siento muy afortunada de ser yo la primera en verlo, en vivirlo, porque yo sé lo mucho que mi familia ama esta tierra, su sangre y sus raíces", asegura la joven.
Además, reflexiona profundamente sobre lo que significa representar a Palestina: "Esto es una forma de darle alegría a los familiares de las personas que están muriendo en Gaza. Es una forma de luchar en defensa de Palestina, por eso cuando salimos a la cancha no es solo jugar o marcar goles, o perder o ganar, esto se trata de salir a darlo todo para defender estos colores, para defender a toda esta gente que está sufriendo".